En el marco del Día Mundial de la Alimentación, que desde 1945 se celebra cada 16 de octubre, la Asociación Argentina de Tecnólogos de Alimentos (AATA) aprovecha para hacer un llamado de atención sobre un problema que crece en el país: el temor infundado a consumir determinados alimentos, particularmente, los procesados.
En un momento en el que la calidad de la nutrición, como nunca antes, está convirtiéndose en un tema importante para gran parte de la sociedad, el ataque a los alimentos procesados como categoría preocupa a los especialistas en tecnología y regulaciones alimentarias.
“Hoy pasa algo insólito y es que algunas personas les temen más a los alimentos que a los medicamentos”, afirma la Dra. Susana Socolovsky, Doctora en Ciencias Químicas de la Universidad de Buenos Aires y Vicepresidente de AATA, quien agrega:
“Los alimentos procesados son seguros, y todos los aditivos que se utilizan han sido evaluados por organismos internacionales dependientes de FAO/OMS como el Códex Alimentarius.
En la Argentina, además, cualquier alimento nuevo que vaya a ser lanzado al mercado o la modificación de un producto ya existente requiere de un riguroso proceso de inscripción previa en el Instituto Nacional de Alimentos (INAL), de modo que está garantizada su seguridad por cuanto se ha inspeccionado la formulación y etiquetado previo al lanzamiento.
Si se autorizó, podemos quedarnos tranquilos de que es seguro”, resalta Socolovsky.
Y añade que, luego, la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) es la responsable de la fiscalización de la venta de los alimentos y la que recibe las denuncias ante la posibilidad de peligros latentes.
Aunque se lo suele vincular con el exceso de agregados químicos, colorantes o conservantes, los especialistas coinciden en que el procesamiento de alimentos hace referencia a cualquier cambio deliberado que se le realice a un producto desde su origen hasta el lugar en el que está disponible para su consumo.
“Teniendo en cuenta que todo proceso que involucre fermentación, conservación, enfriamiento, calentamiento o envasado es un procesamiento, la mayoría de la comida que llevamos a la mesa es procesada”, sintetiza Socolovsky.
Los avances científicos y tecnológicos a lo largo de toda la cadena alimenticia, desde la agricultura y la fabricación de la comida hasta su preparación en el hogar, permiten a la sociedad en general tener acceso fácil a una amplia y abundante oferta de alimentos que es más segura, sabrosa, nutritiva y relativamente más barata de lo que sería de otra manera.
“En la actualidad, el procesamiento de alimentos es un mecanismo fundamental para garantizar la disponibilidad de comida para las miles de millones de personas que habitan el planeta y para asegurarnos de que lo que se consume cumpla con determinadas condiciones de seguridad e higiene”, explica Socolovksy.
En este sentido, la experta destaca que comer saludablemente no depende de consumir o no alimentos procesados, sino de que la dieta incluya frutas y verduras –da igual si son congeladas o frescas–, cereales, legumbres, frutas secas y semillas, distintos tipos de carnes y lácteos.
La clave está en una dieta variada y moderada, donde todos los alimentos y bebidas puedan formar parte. “Incluso, la tecnología ha colaborado en generar alimentos fortificados y funcionales con aportes de nutrientes aptos para dietas especiales”, menciona Socolovsky.
Asimismo, a diferencia de lo que ocurre con los productos procesados -que están sometidos a enormes controles de calidad y seguridad-, al menos en la Argentina, muchos productos orgánicos no reciben ningún tipo de inspección:
“En esos casos, ¿quién me garantiza, entonces, que es cierto que no se usaron pesticidas? En los productos procesados se analiza que no queden residuos y eso es una garantía a la hora de comerlos”, señala la Doctora en Ciencias Químicas de la UBA.
Acaso la explicación haya que buscarla en el hecho de que hoy existe una abundancia de alimentos tal que distanció a los consumidores del origen agrícola de muchos de los productos y eso produjo la aparición de preocupaciones y la confusión en relación a la seguridad alimentaria y el efecto de la cadena de procesamiento de los alimentos sobre la salud y el medio ambiente.
Uno de los riesgos más novedosos relacionados a este distanciamiento es la aparición de un trastorno de la alimentación que se centra en la obsesión desmedida por “comer sano” (ortorexia).
“Si bien la ortorexia no puede clasificarse como una enfermedad marca en forma distintiva como una obsesión por evitar ciertos alimentos puede conducir a serios problemas de salud; los alimentos envasados ofrecidos en nuestro país son una opción ideal para recuperar el arte de cocinar con algo de ayuda por parte de la tecnología”, señaló Socolovsky.
Distintos grados de procesamientos
La Fundación Consejo Internacional de Información Alimentaria (IFIC Foundation, por sus siglas en inglés) desarrolló las siguientes categorías para definir los diversos niveles del procesamiento:
• Alimentos “mínimamente procesados”: son los que mantienen la mayoría de sus propiedades como por ejemplo las frutas, verduras lavadas y empaquetadas y los frutos secos tostados.
• Alimentos “procesados para su preservación”: por ejemplo, atún y arvejas en lata y frutas y verduras congeladas.
• “Mezclas de ingredientes combinados”: incluye productos que contienen endulzantes, especias, aceites, colorantes, saborizantes y conservantes con el fin de promover la seguridad, el sabor y el atractivo visual. Por ejemplo, la salsa de tomate embotellada y el aderezo para ensaladas.
• “Alimentos procesados listos para comer”: por ejemplo, galletitas, jugos de frutas helados y gaseosas.
• “Comidas preparadas”: son los productos envasados para que sean frescos y fáciles de preparar como cenas y platos congelados.
via Paradigma PEL
Asociación Argentina de Tecnólogos de Alimentos (AATA)